Visualizar'15: Datos para el bien común

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Se habla de que estamos en la era del Big Data: ciudades inteligentes, computación y servicios “en la nube” o Internet de las cosas son conceptos cada vez más presentes en nuestra vida cotidiana. La cantidad de datos que produce la investigación científica crece de manera exponencial, las infraestructuras y el comercio generan información trazable y representable, los medios sociales en la red han convertido a millones de ciudadanos en grandes productores de información.


Esta explosión de datos promete un mundo de eficiencia, innovación y personalización. Pero al mismo tiempo hace surgir cuestiones críticas acerca de la seguridad y el control de los datos, la privacidad e intimidad de las personas o la gobernanza de las infraestructuras y el acceso a la información.

En este contexto surgen, tanto desde la sociedad civil como desde las administraciones públicas, desde el entorno académico o desde el mundo empresarial, movimientos que promueven el open data, el acceso a los datos y su reutilización desde las ideas de la innovación abierta o la ciencia ciudadana.

Pero la idea del Big Data abre también otros interrogantes:  ¿quién y cómo se generan los datos? ¿qué beneficio social, para el bien común, podemos extraer de su producción y su análisis? Surgen así, frente a la idea de la acumulación de cantidades ingentes de datos y de la velocidad vertiginosa a la que se analizan y co-relacionan, ideas como las de slow data o small data, que resaltan el potencial de las pequeñas bases de datos abiertas y conectadas y el cuidado artesanal (a la manera del slow food) en la producción, el análisis y la creación de historias con los datos. Igualmente, frente a los grandes servicios comerciales que extraen valor y monetizan los grandes conjuntos de datos, en muchos casos generados por los propios ciudadanos, muchas voces ponen de relieve la necesidad de contar con unos “data commons” ricos a disposición de todos. Entender las infraestructuras de los datos como un procomún implica incorporar a sus usuarios como coproductores y corresponsables de su gestión. El ejemplo de Openstreetmap, un gran repositorio de datos geográficos que se ha convertido en una alternativa eficaz a los servicios comerciales, es una inspiración para muchos otros ámbitos en los que necesitamos datos sin limitaciones de uso y producidos éticamente.

Esta perspectiva resalta la capacidad creciente que tenemos de de colaborar de manera efectiva compartiendo un ecosistema de bases de datos conectadas -sean estas grandes, pequeñas o medianas- que nos ayuden a analizar y dar respuesta a los problemas concretos y locales a los que nos enfrentamos.