Venezolanos aseguran la vejez lejos de su Patria

Saber cuánto tiempo te resta de vida es uno de los sentimientos más angustiantes que el humano pudiera sentir. Algunos estudios señalan que genéticamente estamos programados para vivir 120 años, pero en realidad la esperanza de vida de cada habitante depende de su entorno, factores ambientales, sociales, económicos, mentales que pudieran aumentar o disminuir su existencia

Actualmente, en Latinoamérica la esperanza de vida se sitúa en 74 años aproximadamente, según un estudio realizado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS). El estudio también señala que a principios del siglo XX la población en América era de 194 millones de personas, en 2010 superó los 940 millones y se estima que para 2020 ascenderá a unos 1.027 millones, equivalente al 13,4% de la población mundial.

Si bien es cierto, la mayoría de las personas no sean morir (excepto los suicidas) y es por ello, que aquellos que identifican factores en su entorno que pudieran disminuir su esperanza de vida, toman la decisión de la movilización a nuevas tierras con oportunidades para su desarrollo, situación muy peculiar que ha venido ocurriendo desde el año 2000 en Venezuela. 

La emigración en Venezuela es uno de los fenómenos sociales que se ha acentuado en los últimos 15 años con la llegada de una política de gobierno de izquierda de manos del ex presidente Hugo Chávez. El choque de clases, la crisis económica, control de cambio, desabastecimiento de alimentos, conflictividad política, inseguridad personal y jurídica, son algunos de los factores por los cuales jóvenes venezolanos han tomado sus diplomas universitarios y pocos enseres para radicarse en otros países tanto de Europa como en países de  América  Latina, como seguro de vida y asegurando su vejez.

Actualmente no existen cifras oficiales de cuantos venezolanos han cruzado la frontera en busca de mejor calidad de vida. Un informe del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la universidad Católica Andrés Bello señala que entre 1990 y el 2007 la emigración creció en un 162% Algunas organizaciones señalan que cerca del millón de venezolanos han salido del país. Este estudio también indica que quienes emigran son básicamente jóvenes de sectores de clase medio y desde el punto de vista educativo, con un perfil de alta calificación, evidencia de estos se refleja en el desplazamiento de profesores universitarios de universidades públicas quienes han decidido dejar el país debido que los sueldos que perciben no les alcanza para vivir.

Recientemente la Conferencia de Trabajadores de Venezuela (CTV) afirmó que el salario de mínimo del país es el más bajo de América Latina (35$ mensuales a tasa Sicad). Asimismo, la oposición venezolana ha declarado que el gobierno debe decretar inmediatamente un aumento salarial general del 50% debido al alto costo de la vida.

Y es que en la Patria de Simón Bolívar, la distorsión de la economía ha llegado a un punto tan álgido que  no es raro que un taxista sea ingeniero o abogado. La angustia por mantener el estatus perdido ha llevado algunos profesionales a realizar oficios secundarios como vendedores informales así como la reventa de productos de primera necesidad a precios de libre mercado (Bachaqueo).

Esta práctica permite obtener ganancias exorbitantes de un hasta 900%. La práctica es simple; consiste en adquirir productos escasos en el mercado y revenderlos. Por ejemplo, un kilo de leche en polvo, uno de los tantos productos que brillan por su ausencia en los anaqueles de los supermercados del país, tiene un precio al público de 70BsF. Para obtener el producto a este costo es necesario padecer largas colas de hasta 7 horas, pero, para aquellos que desean adquirirla de inmediato pueden conseguirla en el mercado negro en 1000Bs. Este nuevo oficio ilegal, nacido en la Quinta República ha permitido “darle de comer” pero que destruye el poder adquisitivo del ciudadano común, funciona como una especie de subsistema económico dentro de la crisis.  La intención es obtener bolívares adicionales para solventar gastos como la canasta básica, pago de tarjetas de crédito, entre otros, pues el salario que devengan en empleos formales no alcanza para cubrir los gastos de una familia promedio ni mucho menos para la adquisición de bienes y servicios. Este fenómeno responde a que la calidad de vida del ciudadano ha venido mermando ante la crisis actual.

Otro de los problemas que padecen los venezolanos es el temor a ser asesinados a manos de la delincuencia. Según la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito Venezuela es el segundo país más violento del mundo, al tener una tasa de homicidios de 53,7 por cada 100.000 habitantes.

Es por eso que, ante la incompatibilidad del proyecto vida individual-familiar del venezolano y con lo que se visualiza como futuro de país, algunos jóvenes profesionales o técnicos ven como alternativa la emigración en busca de extender su esperanza de vida, vivir para alcanzar sus sueños y morir con dignidad aún lejos del mar Caribe. 

Kenny J. Valero

 

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Kenny Valero