El 4 de octubre de 1957 surge para el hombre la posibilidad de contemplar por vez primera nuestro planeta desde el espacio. El lanzamiento en ese día del satélite "Sputnik I" por parte de la antigua Unión Soviética representa un acontecimiento político, científico y tecnológico de una enorme trascendencia y que marca el inicio de la denominada nueva "Era Espacial".
La llegada del hombre al espacio ha ayudado a comprender la fragilidad de los sistemas planetarios y su compleja interrelación, pero también nos ha proporcionado valiosísimas herramientas con las que podremos abordar muchos de los retos a los que la humanidad deberá enfrentarse a lo largo del siglo XXI. Por ello, resulta esencial y muy urgente hacer un uso adecuado de estas herramientas con el objeto de superar con éxito esos desafíos. Y ello sólo lo conseguiremos si logramos implantar unas políticas adecuadas regidas por principios y unas normas jurídicas, expresivos de una idea de justicia y de orden, que contribuyan a regular los diversos intereses que necesariamente se conjugan en las relaciones internacionales.
Es un hecho incontestable que la mayor parte de los objetos lanzados al espacio apuntan hacia la Tierra más que hacia otros lejanos confines del universo debido a que desde hace varias décadas utilizamos estas estaciones, satélites, naves y telescopios espaciales para ordenar el uso de los recursos naturales y cuidar del medio ambiente, para procurarnos mejores servicios meteorológicos y más precisas ayudas de navegación; para realizar transmisiones de datos y comunicaciones de toda índole; para gestionar las telecomunicaciones, las redes eléctricas y los sistemas financieros globales y nos ayudan de forma decisiva en las actividades de socorro para casos de emergencia; también nos sirven como fuente de información para la toma de decisiones en ámbitos que van desde la agricultura a la defensa y -más recientemente- nos han abierto nuevos caminos en el campo de la educación y de la medicina además de contribuir de forma decisiva al desarrollo de la sociedad de la información y del conocimiento.
Obviamente, el desempeño pacífico de estas actividades espaciales por parte de las naciones del mundo necesita de un cuerpo jurídico que rija la actividad del ser humano también en este ámbito. El espacio ultraterrestre es un entorno extraordinario desde muchas perspectivas y, como no podía ser menos, también lo es desde un punto de vista jurídico.