AVFloss. Artesanía tecno

AVFloss

Por Elena Cabrera

 

En la vieja discusión entre razón y conocimiento, entre ciencia y tecnología, ellos escogerían esta última, la tekné. Les gusta este concepto griego que no diferencia entre el arte, la tecnología y la profesión. Se trata de la habilidad para transformar la realidad natural en una artificial, pero siguiendo unas reglas. Precisamente porque existen reglas, la tekné se puede aprender y transmitir; o, por usar un término más cercano a la semántica Medialab: se puede replicar.

No hay una dicotomía, para AVFloss, entre arte o tecnología, sino que al ocuparse la tekné de todo lo artificial, lo artístico, con lo que comparte raíz etimológica, queda englobado dentro de lo tecnológico. A partir de ahí, uno de los objetivos del trabajo del grupo es redefinir la relación entre arte y tecnología audiovisual dentro del ecosistema FLOSS.

El grupo nació en octubre de 2016. Desde el primer instante, cuando abrió la convocatoria a participantes, planteó un escenario en el que la tecnología audiovisual se había hecho muy accesible, generando unas gigantescas cantidades de producción diarias, favoreciendo un mercado en el que el código privado y sus herramientas se han establecido como dominantes. Ese sistema facilita, decía el grupo en su presentación, la aparición de consumidores acríticos de productos audiovisuales en lugar de prosumidores.

Han pasado casi tres años desde aquella primera declaración de intenciones y el colectivo, que ha pasado por diferentes etapas y componentes, sigue fiel a estos principios, aunque algunos miembros han planteado un dilema que tambalea esos cimientos: ¿si podemos hacerlo fácil para conseguir lo mismo, por qué nos complicamos la vida?

«Al utilizar software libre tenemos más dificultades y limitaciones con algunas cosas –explica Eva, una de las más veteranas–. Tenemos que dedicarle mucho tiempo a la parte técnica para hacer cosas que la gente suele tener solucionadas, más o menos, con herramientas de muy alto nivel e intuitivas, que son de software privativo y que nosotros no tenemos todavía. Echo de menos poder dedicarle menos tiempo a eso y más a trabajar las ideas».

Brindis en la cantina

El conocimiento abierto es la esencia del grupo, ya desde su nombre, así como del alma de Medialab, por lo que aquellas personas que preferían el camino rápido han acabado abandonando. A veces vuelven, y los debates se reanudan, con los siguientes argumentos, frente a unas cañas en la cantina del centro: con el software libre se aprende a aprender, lo que hace más emocionante el camino que el destino; el software libre une, crea vínculos y teje comunidades porque siempre hay alguien que sabe lo que tú necesitas, y al contrario, por lo que se trata de la idea opuesta del cursillo de pago impartido por un profesor en un aula, virtual o real; el software libre te permite aportar tu granito de código a un proyecto enorme que, en el esquema de funcionamiento contrario, solo podrían acometer empresas con mucho dinero; y, además, no tenemos un duro y no nos podemos permitir comprar ese programa tan potente, intuitivo y bien diseñado, pero es que, la verdad, tampoco lo queremos ya. Después de poner todos estos motivos sobre la mesa, se chocan los vasos y alguien lo ve claro: el software libre es mucho más gratificante.

En AVFloss, poquito a poco se acaban desentrañando las tripas de los programas para aprovecharlos hasta sus límites. Cuando sienten que han llegado a un tope, que la aplicación no les va a dar lo que necesitan, toca ponerse a programar un plug-in, colaborar con alguien o inventar una solución creativa. Preferirán darle mil vueltas y tardar tres meses más antes que tocar a las puertas de Adobe.

«Lo bonito que tiene para mí el software libre –dice Antonio, una de las nuevas incorporaciones al grupo– es que mola que te lo cuenten fácil». Antonio se refiere a la responsabilidad del grupo para transmitir el conocimiento adquirido. Están trabajando con el programa Blender y el 3D, un terreno cuya complejidad pretenden resolver para ayudar a otros que se adentren por los mismos pantanos. «Que un chavalillo con interés se encuentre con un material que explique la raíz de las cuatro cosas», añade, mirando al grupo, sonriendo, pero sin levantar los dedos del teclado, combinando las ganas de hablar con las ansias por continuar cacharreando. Antonio y los demás se reúnen en la parte alta del edificio de Medialab, a una hora a la que en invierno ya es de noche, y se quedan allí hasta que vienen a echarlos. Quedan cada quince días y vienen cargadísimos: cámaras, trípodes, objetivos, cargadores, ordenadores y muchas cosas más, por lo que pudiera surgir. Nunca se sabe, dicen.

Están de acuerdo en que van por el camino lento, pero que no hay ninguna prisa. «Sabemos que los procesos son lo más importante –dice Eva–. Con las exigencias que hay en este sistema de producción, parece que es muy saludable centrarse en el proceso de aprendizaje: compartir, generar flujos de trabajo con herramientas que nos gustan y que nos parecen, a nivel social, mucho más justas e importantes», dice. Pero en 2019, y con una convocatoria de participantes que no llegó hasta febrero, se les ha ido mucho tiempo en organizarse: elegir con qué herramienta libre hacer el calendario, con cuál las videoconferencias para sus encuentros virtuales, con quién el correo electrónico, dónde almacenar, cómo documentar el proceso, por dónde tirar.

2018 fue un año relajado marcado en gran medida por el vacío de mediadores en el centro, un relevo que llegó mucho más tarde de lo deseado debido a cuestiones administrativas que retrasaron la contratación del nuevo equipo. Por tanto, fue un año tranquilo para AVFloss, sobre todo al compararlo con el trepidante 2017, en el que produjeron tres acciones que atrajeron la atención sobre el grupo. La primera fue una colaboración para la representación de Fragmentos poéticos de Gabriel García Márquez, una obra estrenada en Medialab Prado que involucró a tres grupos de trabajo del centro: el de Investigación Escénica, el de música Live Coding y el propio AVFloss. El colectivo de teatro les pasó el guion y los componentes del grupo, en aquel momento no más de seis personas, pensaron que debían hacer algo «abarcable», recuerda Julián, que trabajó como mediador para el grupo y después decidió integrarse en él. Apostaron por el video mapping, una técnica de proyección sobre objetos que hace que estos tengan una apariencia diferente a lo que son. Aunque hubieran preferido hacer algo colaborativo, con la premisa de salir dignamente del primer encargo como grupo, en un momento en el que apenas se conocían entre ellos, decidieron repartirse las proyecciones que se hacían a lo largo de la obra sobre unas estructuras sólidas planas, lo cual hacía que el trabajo fuera «relativamente sencillo» pero resultón. «No teníamos el tiempo físico para reunirnos y poder desarrollar una narrativa común –recuerda Julián–, así que cada uno lo desarrolló por su cuenta, pero fue un ejercicio interesante y la primera vez que, como grupo, nos metíamos en una producción. No sabíamos todo lo que implica una producción y fuimos aprendiendo sobre sonido o luces. Nos sacó de nuestra pantalla».

Un cuerpo dentro de otro cuerpo

2017 fue para AVFloss el año del Processing, el software libre para artistas visuales que el grupo se empeñó en domar. Estaban en ello cuando les llegó la invitación del programa de convocatorias abiertas Experimenta Distrito para hacer algo especial durante la fiesta de clausura de Experimenta Fuencarral, que tendría lugar el 18 de junio en el Centro Social Autogestionado Playa Gata. Propusieron un retrato de familia. No sería una foto sencilla, obviamente. La imagen se pixelaría en modo mosaico donde cada tesela sería una fotografía tomada previamente. «Sería una imagen dentro de otra imagen, como una metáfora del trabajo en los barrios: pequeñas acciones dentro de otras más grandes», explica Julián. Se tituló «Pixélate» y lo hicieron entre cuatro personas, apoyándose en un desarrollo previo. Fue un éxito. Mucha gente lo recuerda y, además, resultó que capturaba la alegría del esfuerzo común y la satisfacción final en un proceso de trabajo en grupos como Experimenta Distrito.

La tercera acción de aquel año sería la más ambiciosa. Sucedió en octubre. Fueron invitados por Grigri Pixel –un festival de cooperación cultural y ciudadanía entre África y Europa– a realizar una colaboración con el artista Bay Dam, que además es desarrollador del software de video mapping MAP MAP. «Fue nuestro primer contacto con una comunidad de desarrollo», recuerda Julián, que fija como uno de los objetivos no solo producir contenido, sino hacer una aportación. Si la comunidad del software libre fuera una gran ciudad donde todos se interrelacionan con unos principios en común, existirían otras pequeñas comunidades dentro de la ciudad, que serían las familias, unidas entre sí por un objetivo común: el de crear y ampliar algo concreto, como un lenguaje o un programa. Y es con unas u otras familias, dependiendo del interés, con las que AVFloss quiere interactuar para no ser un ser aislado en un rincón de un gran edificio en el centro de Madrid.

Aunque en anteriores puestas en escena intervinieron menos personas, en esta ocasión todo el mundo aportó, ya que, además de la acción artística, se realizó un taller de MAP MAP, coordinado por Eva y Luis, y un hackatón de desarrollo de este mismo programa, en el que se sacaron algunos bugs o errores de funcionamiento. Del taller salieron los participantes que contribuyeron, junto a AVFloss y Bay Dam, en la creación de la performance «Madrugada», en la que se proyectó en una estructura del espacio de participación vecinal EVA –un antiguo mercado de frutas del barrio de Arganzuela–, creando un túnel de imágenes que habla sobre el poder de la colaboración y la libertad de la creación.

«Sumando esfuerzos salen cosas, a nosotras solas nos cuesta», dice Julián, lo cual se ve en la trayectoria del grupo, al que le precede su buena fama a la hora de establecer conexiones. «Es que colaborar está en la filosofía del software libre y la cultura libre –recuerda Eva–; nosotros siempre nos hemos posicionado ahí y, por tanto, nos es lo más natural». Fernando, que participa en el grupo también desde su fundación, recalca que, además, es «más divertido»: «Me lo paso mejor que poniendo yo solo una instalación de video mapping, por muy buena que sea. Lo pones ahí, te miras un poco el ombligo y dices “qué bonito”, mientras que cuando lo haces con otra gente es más rico en sabor y en valor». «La idea de inteligencia colectiva siempre nos ha inspirado y, cuando funciona, los resultados sorprenden a todo el mundo», dice Eva.

No obstante, a pesar de esta fe en el poder y el sentido de los procesos, a estas alturas el grupo echa de menos aquel ritmo de producción artística de 2017. «Muchas veces nos quedamos en el proceso de cómo hacemos esto, si la herramienta nos funciona o si la podemos instalar o no. Emprendemos muchos caminos que nos llevan a callejones sin salida –analiza Eva–. Estamos convencidos del valor de los procesos, pero se quedan en un nivel más interno del que me gustaría, y la verdad es que también necesitamos que al final de esos procesos haya una producción que podamos presentar al exterior».

Nos esperan ciudades invisibles

Además de colaborar y producir más, el grupo se ha propuesto, para convertir en algo tangible la inversión en los procedimientos, aprender a autodocumentarse mejor, para lo cual están estudiando herramientas. En formato timeline, utilizando la herramienta que Medialab aporta, en su web, a todos los grupos y proyectos, pero también con su propio lenguaje, el audiovisual. Antonio propone que, «cuando alguien está explicando algo al grupo, utilice un software para grabar lo que hay en su pantalla», y así luego «hacer un vídeo resumen» y poder compartirlo, procurando que sea siempre sencillo y fácil.

La incorporación de Antonio al grupo, un torbellino de energía que cita a Italo Calvino en cuanto te descuidas («Me gusta el momento en el que tienes la infinitud de posibilidades de cosas para hacer, estás en el pico de la montaña y puedes caer hacia cualquier lado»), los ha empujado a investigar en el modelaje en 3D, una técnica en la que todo el grupo está muy interesado. La noche en la que piensan y pronuncian todas estas reflexiones sobre sí mismos, además de venir cargados con cámaras y objetivos, han traído gomets y rotuladores. Quieren hacer una prueba para generar una cara utilizando Blender. Qué hacer con ello, todavía no lo saben, pero empiezan a intuir que les gustaría hacer ese trackeo en tiempo real. Todo el grupo está ilusionado con aprender algo que desconocen, aunque les inquieta no saber qué hacer con eso. Apuntan, quizá como idea, quizá como advertencia, los peligros de la deepfake, una técnica maligna que falsifica la identidad de una persona. Las ideas se les disparan. «Es complejo y va lento, pero estamos motivados –dice Julián–, y si lo resolvemos bien, nos tendríamos que sentar y hablar de una narrativa para darle sentido».

Antonio, que está interesado en grabar un vídeo de apoyo para la comunidad de educadores canarios de la que proviene, se presta a ser el modelo sobre cuya cara colocar los puntos que necesita el algoritmo para generar un rostro. Le pintan en la cara toda una rubeola de lunares negros. Si la prueba sale bien, el vídeo podría servir para una causa. Todo se aprovecha, hasta los aprendizajes. Se graba un par de pruebas, pero no da tiempo a más, porque aparece un viejo conocido del FabLab, Carles Gutiérrez, que viene a invitarlos a colaborar en un proyecto artístico. Carles va a exponer la réplica de una ménsula, impresa en 3D, de la fachada del Ayuntamiento de su pueblo, Cervera. ¿Querría AVFloss crear un video mapping para ser proyectado sobre una ménsula con forma de gato? ¡Pues claro que quieren!

AVFloss es un lugar de resistencia. Un espacio de lucha contra los gigantes de lo privativo, lo privado y lo privatizado. Un campo de batalla donde las armas son las herramientas que defienden las libertades de los usuarios, no solo de los que las usan en ese momento, sino las de todas y todos.

Puedes descargar más abajo el texto íntegro con notas al pie y ficha del proyecto, y la publicación de la que forma parte: Laboratorios ciudadanos. Una aproximación a Medialab Prado.

Tipo de post
Blog
Autor
Arancha B