El amor se ha descrito como una construcción socio-cultural, cómo una condición química, cómo un entramado de emociones o cómo un acto performativo que podemos aprender y desaprender. Lejos de negar estas interpretaciones, me propongo articularlas para argumentar que el amor es una tecnología.
Charla en el marco del tercer Encuentro de Sociología Ordinaria: Emociones Ordinarias