Los ciudadanos hemos establecido una simbiosis con la ciudad. La ciudad está llena de células de hormigón, huesos de acero y redes neurológicas de cobre que transmiten la información de un lugar a otro a la velocidad de la luz. Nosotros interactuamos, vivimos en sus intersticios, crecemos y nos propagamos. En definitiva, somos unos simbiontes con la ciudad.
Charla de Daniel Lombraña en el marco del simposio de Madrid Laboratorio Urbano.