COMUNIDAD ENERGÉTICA / comunaVIDAbilidad / Caja con trucos y remedios para mejorar la vida en común [y la energy que eso conlleva]

PUNTO DE PARTIDA

 

La Asociación MUTI está desarrollando en el municipio de Arroyomolinos de León (Huelva, 965 habitantes) un prototipo de comunidad energética [ALUMBRA] siguiendo las pautas del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía [IDAE], que en estos meses está trasponiendo normativa europea a la legislación española. El objetivo es que la población de Arroyomolinos juegue un papel específico en la gestión de instalaciones de autoconsumo compartido, y que la energía sea un sector estratégico de desarrollo rural y de empoderamiento ciudadano. 

Pero ganar en soberanía energética debe tener como fin último no sólo potenciar la gestión social de la energía, y ganar terreno al oligopolio. También debe contribuir a generar comunidades que ganen en resiliencia local en la medida en que sean capaces de poner en marcha procesos de innovación social que den respuesta, desde la construcción participada de conocimiento y los saberes prácticos de la cultura rural, a la crisis energética y medioambiental, y otras crisis emergentes asociadas como la del COVID19.

En la sociedad globalizada y compleja en la que vivimos, una comunidad energética rural es una figura facilitadora de ecosistemas locales de aprendizaje para poner en valor los recursos, saberes y experiencias de la cultura energética rural, viva y presente en todas y cada una de las personas que lo componen. Saberes y experiencias que son, al mismo tiempo, parte misma de los procesos de sostenimiento de la vida en el territorio: la alimentación, la gestión de residuos, la movilidad, los cuidados, la custodia del territorio...

Todos nuestros pueblos, a lo largo y ancho del mundo rural en España, cuentan con una gran cantidad de patrimonio y recursos energéticos [tangibles e intangibles] que no están identificados, y corren peligro de perderse: cubiertas de edificios bien orientadas para una producción de energía comunitaria, huertas en desuso, prácticas tradicionales de reutilización de residuos [recursos], recetas locales y de temporada que ya solo conocen nuestras mayores, infraestructuras de producción de energía abandonadas, costumbres ancestrales de trabajos comunitarios para el común… 

Un sinfín de recursos con potencial de generar identificación simbólica con el territorio, nuevas narrativas sobre lo rural como parte de la solución para la crisis medioambiental, y que forman parte de una cultura y un patrimonio rural que que es preciso identificar y poner en valor con el modelo de comunidad energética rural.

 

Los objetivos del taller que presentamos a RURAL EXPERIMENTA 2020 son:

            + Diseñar de forma colaborativa una metodología con la que hacer aflorar elementos de la cultura energética y tradicional del territorio y mapear recursos clave para la innovación social por el clima a través de comunidades energéticas rurales.

[El proceso de mapeo debe generar identificación simbólica con el territorio, propiciar cambios en la narrativa sobre lo rural y reforzar la comunidad]

            + Diseñar una plataforma online basada en software libre en la que esos recursos se visibilicen y se compartan.

[La plataforma debe facilitar que los datos se crucen fácilmente, ser una buena herramienta para la generación de nuevos proyectos, reforzando redes locales y cooperación entre distintos nodos territoriales]

 

Entre las personas colaboradoras nos vendrían bien algunos perfiles:

Tecnológico: Personas con habilidades para colaborar en el desarrollo de la plataforma online basada en software libre en la que los recursos generados se visibilicen y se compartan.

Artístico: Personas con destrezas para la facilitación visual y recogida gráfica del proceso y para el diseño gráfico para las herramientas generadas.

Social: Personas con experiencia en técnicas de mapeo, trabajo con comunidades rurales, aprendizaje colaborativo, innovación social, dinamización ecosocial,…

Vivencial: Pero no solo necesitamos personas con un perfil formal concreto, también queremos contar con personas inquietas con experiencias vitales en zonas rurales, a las que le interesen los procesos de transición ecosocial.

Y, por supuesto, nos encantaría que el grupo fuera diverso en género, edad y procedencia.