Gente que sangra

Que hay algo de reclamable en cómo nuestros cuerpos se manifiestan es nuestra intuición. Sin embargo, aún carezcemos de un espacio social para pensarnos como gente que sangra en ámbitos sociales tan totalizadores como el laboral, sindical, institucional o académico. Empezar a hablar y reflexionar sobre la menstruación revela aspectos importantes de nuestra vida diaria que han sido neutralizados, escondidos o ignorados.  La sangre o su ausencia, la menarquía, la menstruación performática, la regla de los transexuales, el puerperio, el climaterio, la menopausia... son enormes lagunas en nuestra sociedad.  Lenta, pero decididamente nos vamos comprometiendo con la idea de poner nuestras cabezas al servicio de nuestros cuerpos ¿Cómo sería una sociedad donde se reconoce y se admite la sangre? ¿Qué nos estamos perdiendo al convertirla en invisible? Desde aquí, el grupo de trabajo se abre a mil posibilidades tan distintas como sus integrantes. Algunas pasan por compartir experiencias propias, tejer estrategias para sobrevivir a la productividad neoliberal, dar a conocer  los métodos más adecuados para la recogida del sangrado, impulsar el activismo menstrual, realizar acciones artísticas, crear un vocabulario que nos sirva de verdad para referirnos a la regla, reconocer el  ninguneo de los ritos pasos que tienen que ver con el sangrado (notablemente, la menarquía y la menopausia) , imaginar maneras de celebrar nuestra mensturación y, sobre todo, mostrarnos valientemente con toda nuestra vulnerabilidad.